miércoles, 10 de diciembre de 2008

Mi confrontación con la docencia

Un saludo a todos e inicio con mi narrativa.

Finalice mis estudios universitarios en diciembre de 1989, siendo pasante de la carrera de ingeniería química. Como todo joven egresado pensaba que tenía las puertas abiertas donde sea por tener una profesión. Sin embargo, todo era una quimera, un sueño del cual había despertado, por lo que tuve que tomar al principio cualquier trabajo, en algunos casos pedía que me lo consideraran como prácticas profesionales; hasta que en 1992 tuve la oportunidad de ingresar en el estado de Oaxaca como ayudante de laboratorio en el Instituto Estatal del Agua. Iniciaba ya en forma mi carrera profesional.

En febrero de 1990 me invitaron a participar como docente en el área de bachillerato impartiendo la materia de Estadística y química, esa fue mi primera experiencia como docente, la cual practiqué durante un año, en ese tiempo pues no la tomaba en serio, puedo decir que solo era un trabajo extra al cual asistía por compromiso. Eso sí, puedo decir que fui muy responsable en dar mis clases, aunque casi no la preparaba pues mi trabajo principal era otro.

Estuve en el área de ayudante como tres años hasta que en 1995 aproximadamente me dicen que si deseo ser jefe de planta, en el ramo de tratamiento de aguas residuales, dicho cargo me trajo muchas satisfacciones. Sin embargo, en 1997 el sueño se acabo con la gran devaluación, si quería seguir trabajando tenía que aceptar algunas condiciones laborales por ser de confianza.

Cierto día se me invito a participar en un curso de pedagogía en el Conalep y a impartir la materia de química. Podemos decir que fueron mis inicios como docente ya estable. Al mes de haber iniciado el ciclo escolar me hablaron de otro colegio para que les apoyara a impartir la materia de matemáticas I, a partir de las 7:00 de la mañana, como ya estaba casado y por la disminución de mis prestaciones y, como no alteraba mi horario de trabajo con el Instituto Estatal del Agua, acepte. Podía decir que tenía tres trabajos dos entre semana y uno el sábado.

Este cambio en mi ritmo de trabajo y mi forma de vida fue algo que no esperaba, debido al curso que tome y a las platicas que me daban para mejorar mi forma de enseñar fue algo que empezó a marcar cambios en mi manera de ser y la forma en que me conducía en un salón.

Al siguiente semestre por mi dedicación como docente en las dos escuelas me ofrecen aumento de horas, en el Conalep 12 horas por semana, en la escuela particular 25 horas por semana. Como la planta de tratamiento ya se iba a municipalizar y tenía que abandonar Huajuapan, mi lugar de trabajo y residencia, opte por terminar mi contrato de trabajo con el Instituto y dedicarme a la labor de docente.

Al principio no me acostumbraba a ser docente, pensaba que era una degradación de mi profesión. En ese entonces el director del plantel me invita tomar un curso en la ciudad de Oaxaca, basado en Normas de Competencia, fue una experiencia grata, estar reunido con una cantidad de docentes de diferentes áreas profesionales, escuchar sus testimonios en esta área docente empezó a cambiar mi manera de ver las cosas; tuve incluso la suerte de quedarme con el Instructor en la misma habitación, me empezó a enseñar algunas teorías de enseñanza y a darme consejos, puedo decir incluso que me envidiaban por que la semana que estuvimos en curso aprendí demasiado y mis participaciones eran más asertivas.

Estos cambios que se han suscitado en mi vida han sido buenos empecé a ver la docencia como algo grandioso, saber qué forma uno parte de la educación de jóvenes que llevan una esperanza de ser grandes en el futuro, me hicieron recordar que así pensaba y que debía aceptar esos cambios. Aceptar que ser docente fue el primer paso que tuve que dar y decidir a seguir involucrando en toda el área pedagógica. Ver el lado bueno, familiarizarme con jóvenes de diferentes formas de pensar, padres que tendieron su mano amiga, actualización constante. Fue como un nuevo despertar, aún el día de hoy voy con gusto a dar clases. Incluso, por la docencia y por no quedarme atrás en los niveles escalafonarios decidí realizar una especialización y me decidí por la maestría en Ingeniería Ambiental, dos años y medio estuve viajando cada sábado a la ciudad de Puebla. Siento que he mejorado mucho en mi práctica docente y que cada vez que recibo un curso actualizo lo viejo con lo nuevo, como consecuencia mejoro día con día en la impartición de mi clase.

No todo es bueno, como todo ser humano tengo mis errores e insatisfacciones, el maltrato por los trabajadores administrativos y la base sindicalizada, sentir que el trabajo a nivel medio superior no es bien pagado, por lo menos en el Conalep de Oaxaca, sin recibir prestaciones ni servicios médicos. Esto a veces hace que uno decaiga y cometa errores. Algo que me insatisface mucho es no encontrar la forma de encauzar en el estudio de las ciencias básicas a los jóvenes y señoritas. Aunque, todo se compensa cuando me llegan a visitar y darme la buena noticia de que ya ingresaron a una universidad o incluso encontrarme a esos jóvenes y señoritas convertidos en profesionistas.

Me siento en realidad muy a gusto, pues como había dicho en otro escrito, la educación media superior es la antesala a la educación profesional y como nacionalista que soy me siento bien de formar parte de ser de los formadores de las nuevas generaciones del país.

Gracias.














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